“¡Veamos quién morirá, nosotros o éste! Y tomaron piedras arrojándolas
severamente hasta causarle la muerte. Después de esto pronunciaron estas
palabras: matamos al diablo que nos quería matar. Jesucristo y Santa María nos
han favorecido y ayudado en matar este diablo.”
Estos fueron los inicios de
la evangelización en La Nueva España.
Después de la conquista de Tenochtitlan, muchos ídolos de los indígenas fueron
destruidos y sustituidos por las doctrinas y creencias que los frailes
franciscanos imponían.
Los indígenas por su parte,
estaban muy arraigados con los Dioses de sus antepasados, tenían muchas
dificultades para aceptar la llegada de un nuevo Dios colgado en una cruz.
Muchos decían que no tenía sentido adorar a alguien que ya estaba muerto. Otros
se rehusaban en abandonar a sus ídolos. Por lo tanto, escondieron sus Dioses
hechos de piedra en distintas partes de la región, de modo que sus ritos eran
realizados sin que nadie los viera; otros vestían sus antiguos atuendos para
continuar con el devoto y salir por las casas atrayendo a multitud de indígenas que seguían con sus
creencias.
Con todo esto… la misión de
los doce franciscanos que habían desembarcado en Veracruz en el mes de mayo de
1524 dirigidos por fray Martín de Valencia, era cada vez más complicada; y a
petición del fraile de la orden de Santo Domingo Fray Bernardino Minaya, fueron
saqueadas muchas imágenes de piedra en la provincia de Tlaxcala y Puebla, con
ayuda de tres niños. Esto se hizo con la finalidad de adquirir la completa
obediencia de ellos y que olvidaran sus antiguas costumbres. Es decir; la
evangelización se llevó a base de la imposición de la fuerza.
El comienzo de la
evangelización tuvo por consiguiente la muerte de tres niños entre diez y trece
años de edad correspondiente a los años de 1527 y 1529; considerándose los
primeros mártires de Tlaxcala. Sin embargo, otros niños evangelizadores también
dieron muerte a un ministro indígena que se decía el Dios Umotochtli
Muerte
de un ministro indígena que se llamaba Umotochtli
Al principio, en la provincia
de Tlaxcala, cuando los frailes menores daban inicio a su tarea de la
evangelización, comenzaron con los más pequeños. Estos niños eran hijos de
grandes caciques principales y eran llevados a los monasterios gracias a la
intercesión del Marqués del Valle (Hernán Cortés), pues tuvo que intervenir ya
que muchos indígenas no querían dejar a sus hijos en manos de los monjes.
Algunos escondían a los niños y daban a otro en su lugar; bien podría ser algún
criado o algún extraño de los que habían perdido a su familia durante la guerra
con los españoles. Pero con el tiempo, al ver que eran bien tratados en la casa
de Dios, los traían de manera voluntariamente sin que nadie los obligara.
Incluso algunos hasta les rogaban para que fueran instruidos bajo una buena
costumbre.
Conforme transcurrieron los
años hacia 1527, nacieron los primeros
evangelizadores que se encargarían de expandir el conocimiento de Dios;
principalmente, a las casas donde muchos indígenas aún seguían escondiendo sus
imágenes. Otras veces también iban a los antiguos templos, pues ahí se seguían
promoviendo sacrificios en honor a los Dioses de sus antepasados.
Cierta ocasión un grupo de
adoradores y ministros caminaban en medio del mercado del pueblo, aclamando a
alguien que se llamaba Umotochtli; haciéndose creer que era el Dios del vino.
Este tal Umotochtli, masticaba unas piedras agudas, mismas que eran utilizadas
como cuchillo; impresionando a todos los presentes que nadie tenía la habilidad
para hacerlo más que él.
Muy cerca de este lugar se
encontraban unos jóvenes estudiantes de la Santa Religión , que venían de
lavarse de un Río. Preguntaron quién era la persona que estaba disfrazada, y le
dieron por respuesta que era el Dios Umotohtli. Ellos les respondieron: no es
un Dios; es un diablo que los engaña a todos ustedes. Y al encontrarse con este
hombre que se creía Dios y que los amenazó de muerte porque abandonaron sus
creencias respondió el más grande de ellos: <
veamos quién morirá nosotros o este>. Y
tomaron piedras y se las arrojaron severamente hasta causarle la muerte al tal
Umotochtli. <Después de esto pronunciaron estas palabras: matamos al diablo
que nos quería matar; Jesucristo y Santa María nos han favorecido y ayudado en
matar este diablo. Todos los que seguían aquel hombre Dios quedaron
tristes y decepcionados por que le creían inmortal. Y de este acto tan
sanguinario muchos indígenas temieron al Dios que predicaban los frailes y
comenzaron a volverse cristianos.
Cuando este suceso llegó a
los oídos de los frailes, averiguaron todo lo que había pasado. Al enterarse de
que habían dado muerte a un hombre y no a un demonio que los jóvenes decían; castigaron aquél que había
incitado a sus compañeros a cometer el
crimen con fuertes azotes.
Martirio
del niño Cristóbal 1527
La primera etapa del
cristianismo en la Nueva España ,
tuvo su primera mártir en el año de 1527, en la región de Atlihuetzía,
Tlaxcala. Su nombre es Cristóbal, quien contaba con apenas doce o trece años de
edad, fue asesinado por las manos de su propio padre al intentar de
evangelizarlo en la doctrina cristiana por medio de la fuerza.
Cristóbal nació entre los
años de 1514 o 1515, en la provincia citada anteriormente. Fue hijo de Acxotécatl (uno de los grandes señores
principales de aquella provincia del cual obtuvo sesenta esposas) y
Tlapaxilotzin (una de las sesenta mujeres principales de Acxotécal) quién tenía
cuatro hijos; entre ellos Cristóbal, quién era él más hermoso de todos.
Se cree que ingresó al
monasterio en el año de 1525, siendo uno de los alumnos que más conocimiento
adquirió en su momento. Aprendió rápidamente que los Dioses de sus antepasados
eran falsos y no verdaderos como el que predicaban los frailes. De aquí le vino
la idea de evangelizar a su padre y a sus criados sin imaginar lo que en verdad
le sucedería.
Mientras Cristóbal les
predicaba; su padre pensaba que solo repetía un montón de palabras sin
comprender lo que realmente significaba. Y al ver que nadie le hacía caso optó
por enseñarles a la fuerza, quebrantando todos los ídolos que encontraba a su
paso y arrojando todo el vino de su padre. Enfurecidos los criados se quejaron
con el señor Acxotécal para que detuviera la blasfemia de su hijo. Pero
Acxotécal permaneció callado, era mucho el
cariño que le tenía a su hijo más hermoso. Posteriormente se acercó otra de sus
mujeres que se llamaba Xochipapalotzin, quién le infundió
ideas para que diera muerte a Cristóbal por la barbaridad que estaba cometiendo
y a su vez para que su hijo Bernardino fuese el único heredero de Acxotécal.
Después de un breve tiempo, Acxotécal decidió matar a su hijo
y fingió en hacer una fiesta mandando a llamar a todos sus herederos, y cuando
los tuvo en su presencia los despachó uno por uno a excepción de Cristóbal. Estando
con él a solas, comenzó a azotarlo
fuertemente hasta cansarse para que aprendiera a no meterse con sus ídolos. Los
golpes fueron tan fuertes que no le dio tiempo para defenderse a Cristobalito.
Entre sus gritos, lamentos, y con el cuerpo lleno de sangre sólo alcanzo a
decir: "Señor Dios mío, habed merced de mí, y si tú quieres que yo muera,
muera yo; y si Tú quieres que viva, líbrame de este cruel de mi padre." Con la poca fuerza que le quedaba se arrastró
lentamente hasta la puerta principal de la casa; pero fue inútil. Aquella otra
esposa de Acxotécal, lo detuvo; e insistía que le quitara la vida por las
atrocidades que había cometido.
Este
hecho llego a los oídos de la madre de Cristóbal, quién había llegado para
asistirlo y protegerlo del cruel marido.
Pero corrió con mala suerte recibiendo el castigo también. Acxotécal quedó
impresionado […] al ver que su hijo aún seguía con vida sin dejar de mencionar
la presencia de Jesucristo. En ese instante prendió fuego sobre la espalda de
Cristóbalito y en sus brazos y piernas
también. Esta fue la noche más dolorosa de su vida, las llagas de su cuerpo
eran como espinas en el corazón. Y sin embargo, a pesar del martirio que estaba
recibiendo no dejaba de invocar a Dios en su agonía y más aún ofreciéndole el perdón
a su padre. Al día siguiente; Cristóbal mando a llamar a su padre para
despedirse de él y le dijo estas palabras: "¡Oh,
padre! No piensen que estoy enojado, porque yo estoy muy alegre, y sábete que
me has hecho más honra que no vale tu señorío." Y después de tomar un vaso de agua de cacao murió.
Los
frailes al enterarse del sucedido acudieron con el pesquisidor de la provincia
de Tlaxcala y Acxotécal fue ahorcado en la presencia de los demás indígenas. Sus
últimas palabras fueron: "¿ésta es Tlaxcala? ¿Y cómo vosotros,
tlaxcaltecas, consentís que yo muera, y no sois para quitarme de estos pocos
españoles?" Después de haber
dicho esto murió.
Muerte y martirio de Juan y Antonio
1529
Dos
años después de la muerte de Cristóbal, sucedió otro caso similar en 1529 con
la muerte de Antonio y su criado Juan. Pues ambos fueron voluntarios para
acompañar al misionero fray Bernardino Minaya, en su misión de evangelizar a
Oaxaca.
Fray
Bernardino Minaya pertenecía a la orden de Santo Domingo y venía con la misión
de evangelizar la provincia de Oaxaca. Pero al llegar a Tlaxcala, se detuvo
para solicitar el apoyo de fray Martín de Valencia; asimismo solicitan el apoyo
de algunos niños que estudiaban en el monasterio para llevar a cabo dicha
tarea. Se les pregunto a todos los pequeños si querían servir a Dios en esta
obra evangelizadora, a la cual se ofrecieron tres voluntarios: Antonio, Juan y
Diego (Diego fue el único que no alcanzó fama de Santidad).
Algunos
historiadores y la Arquidiócesis
de Tlaxcala, testifican que Antonio era hijo de Xicohtencatl,
señor de Tizatlán, futuro heredero del Señorío, que nació en Tizatlán,
Tlaxcala,
entre los años de 1516 – 1517; muriéndose a los 12 o 13 años
de edad en 1529. En cuanto a Juan, era criado de Antonio. Contaba con la misma
edad; y murió el mismo día que le dieron muerte a su amo. En cuanto a Diego, no
se ha podido comprobar su edad solo se sabe que murió también ese mismo día y
año al igual que sus compañeros.
Antes
de partir a la aventura misionera fray Martín de Valencia les dijo:
hijos míos, mirad que habéis de ir
fuera de vuestra tierra, y vais entre gente que no conoce aún a Dios, y que
creo que os veréis en muchos trabajos; yo siento vuestros trabajos como de mis
propios hijos, y aún tengo temor que os maten por esos caminos; por eso antes
que os determinéis miradlo bien".
Ambos
niños responderían: ¿Por qué no habrían de morir por Jesucristo así como Pedro
y Pablo?
Y
así es cómo estos tres jóvenes, estaban convencidos de dar la vida al servicio
de Dios.
Sin
dudarlo se aventuraron con los frailes rumbo a Oaxaca, deteniéndose en un
pueblo de nombre Tepeaca para comenzar
dicha tarea. La primera orden de fray Bernardino Minaya fue saquear todos los ídolos
y creencias de aquellos indios, trayéndolos a su presencia suceda lo que
suceda; si era necesario que se metieran a las casas sin el permiso de los que
vivían ahí, tenían que hacerlo, para que los frailes tuvieran el control de su
obediencia. Después de esto, los tres niños se alejaron de la región hasta
llegar a otro lugar que se llama Cuauhtinchán, Puebla. Nuevamente se
dividieron. Mientras Diego rompía ídolos en el aquel pueblo citado
anteriormente, Antonio y Juan se dirigieron a otra región cercana con el nombre
de Orduña. Antonio saqueaba todo lo que encontraba a su paso; ambos se metían a
las casas sin pedirle permiso a nadie. Todo el pueblo estaba molesto por el
saqueo que hacían los niños, hasta que vinieron dos señores principales y
acordaron de matar a Juan, Antonio y diego.
Mientras tanto, los jovencitos cristianos se reencontraron
nuevamente Cuauhtinchán, y juntaron todas las imágenes que habían
encontrado. La muerte los asechaba poco
a poco esperando el momento perfecto para arrancarles la vida. Y al entrar en
una casa, Juan y Diego se quedaron en la entrada de la principal cuidando que
nadie los viera; pero fueron sorprendidos por dos indios que desataron sus
golpes sobre ellos hasta causarle la muerte. Al instante salió Antonio por el
escándalo y mirando como azotaban cruelmente a su criado les dijo
valientemente: "¿por qué me matáis a mi compañero que no tiene
él la culpa, sino yo, que soy el que os quito los ídolos, porque sé que son
diablos y no dioses? Y si por ellos los habéis, tomadlos allá, y dejad a ése
que no os tiene culpa". Dicho
esto, los dos indios se abalanzaron hacia él hasta causarle la muerte.
Los
cuerpos de estos tres jovencitos fueron encontrados sobre una barranca de
piedras y posteriormente sepultados cerca de una capilla. Pero en cuanto al
fraile fray Martín de Valencia supo de esto, sintió y lloró la muerte de los
pequeñines.
La
fama del martirio de Juan, Antonio y Cristobal, se extiende mediante las cartas
de relación en forma indirecta de fray Juan de Zumárraga y mediante la
sorprendente crónica directa de fray Toribio de Motolinía, concretada por testigos
presentes; otros autores a lo largo del siglo XVII difundieron esta historia
fuera del alcance de la realidad ya que mencionan otra perspectiva de la
evangelización. Pues haciendo una comparación al relato de fray Toribio hay
mucha diferencia. Pero peor aún, algunas arquidiócesis de la iglesia Católica tienden
a difundir historias incompletas sin explicar el motivo y el origen de la muerte de los tres Beatos que
intentaban evangelizar a través de la violencia.
Y
ahora yo les pregunto a ustedes… ¿estarían dispuestos abandonar sus creencias?
¿Estarían dispuestos a recibir la llegada de un nuevo Dios? ¿Qué te parecería
si te dijeran que el verdadero Dios es un simio o un mono? ¿Los adorarías? El ser
humano es capaz de hacer cualquier cosa. Pero solo esta en ti en decidir si en
realidad los tres beatos niños de Tlaxcala fueron santos o no. Gracias.
Fuente
Bibliográfica
Historia de general de los indios de la
nueva España. Tratado tercero - Fray
Toribio de Benavente Motolinia
Historia general de las Indias. – Francisco López de Gómara
Cartas del Obispo de México Fray Juan de Zumárraga 1532
Historia Eclesiástica Indiana en el libro III cc. XX, XXVII –
Fray Jerónimo de Mendieta
Arquidiócesis de Puebla
Arquidiócesis de Tlaxcala
Notas
relacionadas:
Historia de los indios de la Nueva España.
* 396 De la muerte de tres niños, que
fueron muertos por los indios, porque les predicaban y destruían sus ídolos, y
de cómo los niños mataron a el que se decía ser dios del vino
* Pues este ministro así vestido salió y
andaba por el mercado comiendo o mascando unas piedras agudas de que acá usan
en lugar de cuchillos, que son unas piedras tan negras como azabaches, y con
cierta arte las sacan delgadas y del largor de un jeme, con tan vivos filos
como una navaja, sino que luego saltan y se mellan; este ministro para
mostrarse feroz y que hacía lo que otros no podían hacer, andaba mascando
aquellas navajas por el mercado y mucha gente tras él.
* "veamos ahora quién morirá,
nosotros o éste"; y abajóse por una piedra y dijo a los otros:
"echemos de aquí este diablo, que Dios nos ayudará"; y diciendo esto
tiróle con la piedra, y luego acudieron todos los otros; y aunque a el
principio el demonio hacía rostro, como cargaron tantos muchachos comenzó a
huir, y los niños con gran grita iban tras él tirándole piedras, e ibaseles por
pies; mas permitiéndolo Dios y mereciéndolo sus pecados, estropezó y cayó, y no
hubo caído cuando le tenian muerto y cubierto de piedras, y ellos muy
regocijados decían: "matamos al diablo que nos quería matar. Ahora verán
los macehuales (que es la gente común) cómo éste no era dios sino mentiroso, y
Dios y Santa María son buenos". Acabada la lid y contienda, no parecía que
habían muerto hombre sino al mismo demonio. Y como cuando la batalla rompida
los que quedan en el campo quedan alegres con la victoria y los vencidos
desmayados y tristes, así quedaron todos los que creían y servían a los ídolos,
y la gente del mercado quedaron todos espantados, y los niños muy ufanos
diciendo: "Jesucristo, Santa María nos han favorecido y ayudado a matar a
este diablo." En esto ya habían venido muchos de aquellos ministros muy
bravos, y querían poner las manos en los muchachos, sino que no se atrevieron
porque Dios no lo consintió ni les dio ánimo para ello; antes estaban como
espantados en ver tan grande atrevimiento de muchachos. Vanse los niños muy
regocijados para el monasterio y entran diciendo cómo habían muerto al diablo.
Los frailes no les entendían bien, hasta que el intérprete les dijo cómo habían
muerto a uno que traía vestidas las insignias del demonio. Espantados los
frailes y queriéndolo castigar y amedrentar, preguntaron ¿quién lo había hecho?
A lo cual respondieron todos juntos: "nosotros lo hicimos".
Preguntóles otra vez su maestro: "¿Quién tiró la primera piedra?"
Respondió uno y dijo: "yo la eché". Y luego el maestro mandábale
azotar diciéndole: "¿que cómo había hecho tal cosa, y había muerto [un]
hornbre?" El muchacho respondió: "que no había muerto hombre sino
demonio; y que si no lo creían que lo fuesen a ver".
* y a el tiempo que se querían partir
díjoles el padre fray Martín de Valencia: "hijos míos, mirad que habéis de
ir fuera de vuestra tierra, y vais entre gente que no conoce aún a Dios, y que
creo que os veréis en muchos trabajos; yo siento vuestros trabajos como de mis
propios hijos, y aún tengo temor que os maten por esos caminos; por eso antes
que os determinéis miradlo bien".
* y al ruido salió luego el otro Antonio,
y como vio la crueldad que aquellos sayones ejecutaban en su criado, no huyó,
antes con grande ánimo les dijo: "¿por qué me matáis a mi compañero que no
tiene él la culpa, sino yo, que soy el que os quito los ídolos, porque sé que
son diablos y no dioses? Y si por ellos los habéis, tomadlos allá, y dejad a
ése que no os tiene culpa".
Arquidiócesis de
Tlaxcala:
* El Beato Juan nació
probablemente en Tizatlán, Tlaxcala hacia 1516-1517 y fue muerto el año 1529,
los historiadores afirman que tenía la misma edad que Antonio. Por esa razón
hemos señalado como fecha probable de su nacimiento la antes indicada.
* El Beato Antonio fue
nieto de Xicohtencatl, señor de Tizatlán, futuro heredero del Señorío, nació en
Tizatlán, Tlaxcala, probablemente hacia 1516-1517 y fue muerto el año 1529,
siendo de la misma edad que Cristobalito 12 ó 13 años; así lo afirman los historiadores,
por esa razón hemos señalado como fecha probable de su nacimiento la antes indicada.
* El Beato Cristóbal
nació en Atlihuetzía, Tlaxcala. Los frailes le llamaron siempre con el
diminutivo de Cristobalito, no sabemos la fecha de su nacimiento; pero si hemos
de dar crédito a los historiadores, que cuando murió tenía 12 ó 13 años y fue
martirizado en 1527; por tanto, la fecha de su nacimiento tenemos que colocarla
hacia 1514 -1515. Fue bautizado en Tlaxcala, pero desconocemos el día y el año.
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