POR EL FRANCISCANO ANTONIO DE
CIUDAD REAL, DE SU “TRATADO CURIOSO Y DOCTO DE LAS GRANDEZAS DE LA NUEVA ESPAÑA ”.
Por: Armando Bautista Reyes.
El franciscano Antonio de
Ciudad Real era un misionero, supervisor de pueblos y conventos donde radica su
misma orden. Estuvo en tres ocasiones en San Juan de Ulúa. Entre los años de
1587 y 1588 escribió su “Tratado curioso
y docto de las grandezas de la Nueva España ”
y describe detalladamente la fortificación, las casas, quienes lo habitaban y
algunas otras relaciones menoscabas. De
esta relación, la investigadora Martha Poblett Miranda extrajo los siguientes párrafos
en su obra “Cien viajeros de Veracruz. Crónicas y relatos, 1518-1697:
“Cinco
leguas de la Veracruz
de mal camino está el puerto e isla de San Juan de Ulúa, …en esta isla hay una
plaza cuadrada, los lienzos de estos
cuadros son casas hechas de tablas, en los tres moran los oficiales de la isla
y los soldados y muchos negros y negras que tiene allí el rey para el servicio
de la fortaleza que allí está edificada y oficiales y soldados de ella, el otro
lienzo ocupa la iglesia, en que reside un cura que administra los sacramentos a
los de la isla. Sin estos cuatro lienzos hay otras casas, asimismo de tablas,
fundadas sobre la misma mar en aquellos arrecifes, que el agua anda debajo de
ellas y algunas veces sube arriba; entre estas hay un hospital hecho de la
misma manera, en que se curan los enfermos de las flotas y se les hace mucha
caridad; este hospital está a cargo de los hermanos de San Hipólito de México
y, así, de allí, de la isla, los suben a Xalapa y después a Perote… La
fortaleza tiene dos torres, una a oriente y otra a poniente, y entre torre y
torre un lienzo o adárabe muy largo, labrado todo de cal y canto con mucha
fortaleza, por el cual se pasa de una torre a otra; la que está a poniente es
pequeña y de no muy buena piedra, que el salitre de la mar la va comiendo poco
a poco, aunque con todo esto es fuerte; la de oriente es mayor y más capaz,
tiene una sala de armas muy grande, un caballero y un grande aljibe, una
mazmorra y otras piezas, y en las torres y caballero y otras partes hay muchas
y muy gruesas piezas de artillería para la defensa del puerto, con un alcalde y
soldados y artilleros que tienen de todo cuidado. Tiene aquel puerto dos
entradas o canales muy angostas y peligrosas, y a cada una de ellas mira una de
las dichas torres con sus tiros y piezas de artillería, para que sin licencia
del castellano no pueda entrar ninguna nao enemiga, ni aun de las amigas si no
hiciere su salva. Con estas torres y murallas está el puerto guardado y las
naos de él defendidas algún tanto del norte, porque las amarran a unos gruesos
aldabones que están muy fijos en ella… cuando se enoja el norte ablienta el
agua de la resaca sobre ella y pasa por encima de la otra banda. Hay alrededor
de esta isla muchos arrecifes y bajos que casi cada día quedan en seco, unas
veces más otras menos.
…dicen…que
se podía hacer en aquella isla una población muy grande… haciendo pretiles de
piedra, la cual se puede traer de otras islillas y arrecifes que hay allí
cerca, y hinchiendo los huecos de piedra y arena… Pegada con esta isla está
otra isleta pequeñita, a la cual se pasa a pie enjuto cuando es bajamar; llamábase
antiguamente isla de Brea, porque pudo ser que alguna o algunas veces breasen
en ella algunos barcos o navíos y agora, corrupto el vocablo, se dice isla de
Ebreos.
Esta descripción es la que más
se apega al dibujo firmado por Juan
Bautista Antonelli a su llegada al puerto en el año de 1590 tal y como se
muestra en la imagen de arriba. Gracias.
Fuente bibliográfica:
Ciudad Real, Antonio de, “Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España ”, en Cien viajeros
en Veracruz. Crónicas y relatos, 1518-1697, investigación y compilación Martha
Poblett Miranda, prólogo José Emilio Pacheco, Sonia Calderón, t I, Veracruz, México,
Gobierno del Estado de Veracruz, 1992, páginas 81-130; citado en la investigación
del Instituto ICAVE en San Juan de Ulúa, puerta de la historia, Vol. 1