viernes, 11 de septiembre de 2015

FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO

El creador y autor de la historia e México.



Por: Armando Bautista Reyes.

Tengo el gusto de presentar en esta nota histórica, una de las mentes más brillantes y espléndidas de mi tierra natal Veracruz, Ver., al gran ilustre Francisco Javier Clavijero; un apasionante investigador del mundo indígena, misma pasión que lo llevó a crear y a escribir el primer libro de la historia de México. Sus estudios le valieron para redactar, criticar y refutar elegantemente, las ideas de grandes pensadores europeos de su época, quienes se encargaban de difundir un mal concepto de la civilización mexica y de los pueblos que estaban a su alrededor. La principal razón por la que sostuvo constantes debates en defensa de los indios, fue por la convivencia y comunicación que tuvo con ellos desde su infancia. Esa misma convivencia que frecuentaba tener con los indios, despertó un fuerte interés por conectarse hacia el pasado. Así es como nace su admirable pasión por la historia, misma que lo acompañaría hasta el día de su muerte.

Gracias a una colección de cartas pertenecientes al mismo Clavijero con fecha del 23 de abril de 1748, se puede confirmar que nació a la media noche del 6 de septiembre de 1731; mismo documento afirma que el 9 de ese mismo mes y año, fue bautizado en el templo parroquial – hoy catedral – de la ciudad del puerto de Veracruz. (2) Sus padres fueron: don Blas Clavijero, natural de las montañas de León de la vieja España y doña María Isabel Echeregaray perteneciente a Vizcaya. Pasó don Blas a la Nueva España muy recomendado, que al poco tiempo lo hicieron alcalde en lugares preponderantemente indígenas.

Desde la infancia, el jesuita Clavijero cambió muchas veces de residencia, debido a que su padre siempre estaba en relación con los asuntos del gobierno. La primera noticia que tenemos de su mudanza, es con fecha del 18 de julio de 1734 en el estado de Oaxaca, para recibir su primer sacramento: la confirmación. Y en poco tiempo, su padre don Blas, lo vemos colocado como alcalde mayor en Teziutlán – hoy Estado de Puebla – y posteriormente en Xicayán de la Mixteca.

No hay una fecha exacta que indique cuándo comenzó sus primeros estudios. Sus biógrafos solo mencionan que estudió latinidad y literatura en el colegio de San Jerónimo y en el de San Ignacio, filosofía y teología. Se puede conjeturar que sus primeras lecciones las recibió en el seno de su familia a los 12 o 13 años de edad.

Ya hemos dicho que desde su niñez siempre estuvo rodeado de indígenas que eran súbditos de su padre. Su primer biógrafo Juan Luis Manerio, nos dice que “…tuvo desde pequeñuelo ocasión oportuna de tratar íntimamente con gentes indígenas, de conocer a fondo sus costumbres y naturaleza, y de investigar consuma atención cuánto de especial produce aquella tierra, fueran plantas, animales o minerales. Por su parte los indígenas no habían elevado monte, ni cueva oscura, ni ameno valle, ni fuente, ni arroyuelo, ni otro lugar que atrajera la curiosidad, a donde no llevaran al niño para agradarlo…” (3)

Años más tarde, el 13 de febrero de 1748, abandona las cosas del mundo para abrazar los hábitos de la Compañía de Jesús en Tepotzotlán México. Aquí es donde fructificarían sus conocimientos adquiridos en Puebla, los cuales despertarían en él un pensamiento más innovador, guiado mas adelante por la filosofía aristotélica.

A su corta edad de 20 años, ya era un políglota, dominador de muchas lenguas; entre ellas: latín, portugués, inglés, griego, alemán y francés; sin olvidar que también perfeccionó: el náhuatl, mixteco, otomí y muchas lenguas más, que le sirvieron como base para llevar a cabo la gran obra de su vida. Estos conocimientos lingüísticos le permitieron conocer a diferentes autores de distintas culturas.

Una vez más, es enviado a Puebla en 1751, para continuar con el estudio de la filosofía. Durante esta etapa, comenzó a leer libros prohibidos, inclinándose más hacia el pensamiento moderno; no sin antes de haber obtenido el permiso de sus profesores. Algunos de estos autores son: Descartes, Newton, Duhamel, Purchot, Gassendi y Leibniz. Después de leerlos con harta diligencia y con el conocimiento que se requería, vio la necesidad de hacer cambios y de transformar el ambiente filosófico de su época, en tierras novohispanas. Y en poco tiempo, regresa a México en el colegio de San Pedro y San Pablo, para continuar con los estudios que se le requería: la teología.

Es necesario recordar que desde su noviciado, tuvo la fortuna de convivir con distinguidísimos estudiantes de su orden, como: Francisco Javier Alegre, José Rafael Campoy, Juan Luis Maneiro, Pedro José Márquez, Andrés Cavo y otros más. Todos ellos han sido reconocidos incluyendo al mismo Clavijero, como “humanistas mexicanos del siglo XVIII”. Su compañero Rafael Campoy, fue quién le mostró un rico tesoro documental, escrito por indígenas, los cuales habían sido donados por el erudito don Carlos Sigüenza y Góngora en el colegio de San Pedro y San Pablo, con la finalidad de que esos manuscritos se guardasen y no fuesen devorados por la polilla. ¿Por qué le mostraría ese tesoro documental? Seguramente por el trato amigable que tenía con clavijero, se percató de que sentía tanta curiosidad y avidez por conocer el pasado de un gran imperio. Para Clavijero, no fue tan dificultoso  leer ese acervo cultural, ya que tenía conocimiento de ello desde su infancia. Además, fue el primero que habló sobre el origen del hombre en América, “partiendo de datos puramente científicos, a pesar de las preocupaciones de su época.” “La grande alma de Clavijero – dice el historiador don Agustín Rivera – acaba de apoderarse de las memorias de la patria, de los tesoros históricos que los Ixtlilxóchitl había conservado con tanto esmero al través de los siglos: hecho présago feliz de que cualquiera que fuese en lo de adelante la suerte y las vicisitudes de Clavijero, ora anduviese de México a Valladolid y de Valladolid a Guadalajara, ora viajase desterrado allende el Atlántico, el Mediterráneo y el Adriático, ora viviese en Roma o en Bolonia, aquellas memorias no se habían de separar de su alma, no se habían de perder; hecho présago feliz de que las esperanzas de los pobres descendientes de los reyes de Texcoco, que dormían el sueño de la tumba, se habían de realizar.” (2)


Impartió importantes cátedras en los colegios de San Ildefonso y en el de San Gregorio, ambos en México; luego en Valladolid en 1764, donde tuvo entre sus discípulos a Miguel Hidalgo y Costilla. Y de Valladolid pasó a Guadalajara, en 1766.

El 26 de junio de 1767 un extraordinario suceso acontece en la Nueva España; sucede que por decreto del rey Carlos III, los jesuitas son expulsados y exiliados hacia Italia. A Clavijero le sorprende esta noticia en tierra tapatía, y junto con sus compañeros, parten para el puerto de Veracruz el 25 de octubre embarcándose en la nave “Nuestra Señora del Rosario”.

Al llegar a Italia, radicó primero en Ferrara y luego en Bolonia, donde se entregó por completo al estudio, recopilar documentos y libros, todo el material necesario para escribir su gran obra “Historia antigua de México”, una obra que levanta el monumento prehispánico de nuestra tierra, considerando al imperio mexica como “la Roma de Mesoamérica y al reino de Texcoco como la Atenas. Éste legado que nos dejó nuestra gran ilustre, sale a la luz en 1780. Y en 1781, anexa sus disertaciones históricas.

Finalmente fallece el 2 de abril de 1787. En 1970 sus restos fueron traídos a la ciudad de México y sepultados en la Rotonda de los Hombres Ilustres en el panteón de Dolores.

Obras más destacadas:

  • Historia antigua de México
  • Historia de California




Fuente bibliográfica

1. Prólogo de Mariano Cuevas; Historia Antigua de México; editorial Porrúa “sepan cuantos”; décima segunda edición; 2014 – Francisco Javier Mariano Clavijero.

2. Documentos para biografía del historiador Clavijero, publicados por Jesús Romero Flores, en Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, t. I, 1939 – 1940, p. 307 – 335.

3. Vidas de mexicanos ilustres del siglo XVIII; prólogo, selección, traducción y notas de Bernabé Navarro, Biblioteca del Estudiante Universitario, México, 1956, Pagina 122. – Juan Luis Maneiro y Manuel Fabri.


jueves, 30 de abril de 2015

DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL PUERTO DE SAN JUAN DE ULÚA EN LOS AÑOS DE 1587-1588.

POR EL FRANCISCANO ANTONIO DE CIUDAD REAL, DE SU “TRATADO CURIOSO Y DOCTO DE LAS GRANDEZAS DE LA NUEVA ESPAÑA”.


Por: Armando Bautista Reyes.

El franciscano Antonio de Ciudad Real era un misionero, supervisor de pueblos y conventos donde radica su misma orden. Estuvo en tres ocasiones en San Juan de Ulúa. Entre los años de 1587 y 1588 escribió su “Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España y describe detalladamente la fortificación, las casas, quienes lo habitaban y algunas otras relaciones menoscabas.  De esta relación, la investigadora Martha Poblett Miranda extrajo los siguientes párrafos en su obra “Cien viajeros de Veracruz. Crónicas y relatos, 1518-1697:

Cinco leguas de la Veracruz de mal camino está el puerto e isla de San Juan de Ulúa, …en esta isla hay una plaza cuadrada, los lienzos de  estos cuadros son casas hechas de tablas, en los tres moran los oficiales de la isla y los soldados y muchos negros y negras que tiene allí el rey para el servicio de la fortaleza que allí está edificada y oficiales y soldados de ella, el otro lienzo ocupa la iglesia, en que reside un cura que administra los sacramentos a los de la isla. Sin estos cuatro lienzos hay otras casas, asimismo de tablas, fundadas sobre la misma mar en aquellos arrecifes, que el agua anda debajo de ellas y algunas veces sube arriba; entre estas hay un hospital hecho de la misma manera, en que se curan los enfermos de las flotas y se les hace mucha caridad; este hospital está a cargo de los hermanos de San Hipólito de México y, así, de allí, de la isla, los suben a Xalapa y después a Perote… La fortaleza tiene dos torres, una a oriente y otra a poniente, y entre torre y torre un lienzo o adárabe muy largo, labrado todo de cal y canto con mucha fortaleza, por el cual se pasa de una torre a otra; la que está a poniente es pequeña y de no muy buena piedra, que el salitre de la mar la va comiendo poco a poco, aunque con todo esto es fuerte; la de oriente es mayor y más capaz, tiene una sala de armas muy grande, un caballero y un grande aljibe, una mazmorra y otras piezas, y en las torres y caballero y otras partes hay muchas y muy gruesas piezas de artillería para la defensa del puerto, con un alcalde y soldados y artilleros que tienen de todo cuidado. Tiene aquel puerto dos entradas o canales muy angostas y peligrosas, y a cada una de ellas mira una de las dichas torres con sus tiros y piezas de artillería, para que sin licencia del castellano no pueda entrar ninguna nao enemiga, ni aun de las amigas si no hiciere su salva. Con estas torres y murallas está el puerto guardado y las naos de él defendidas algún tanto del norte, porque las amarran a unos gruesos aldabones que están muy fijos en ella… cuando se enoja el norte ablienta el agua de la resaca sobre ella y pasa por encima de la otra banda. Hay alrededor de esta isla muchos arrecifes y bajos que casi cada día quedan en seco, unas veces más otras menos.
…dicen…que se podía hacer en aquella isla una población muy grande… haciendo pretiles de piedra, la cual se puede traer de otras islillas y arrecifes que hay allí cerca, y hinchiendo los huecos de piedra y arena… Pegada con esta isla está otra isleta pequeñita, a la cual se pasa a pie enjuto cuando es bajamar; llamábase antiguamente isla de Brea, porque pudo ser que alguna o algunas veces breasen en ella algunos barcos o navíos y agora, corrupto el vocablo, se dice isla de Ebreos.

Esta descripción es la que más se  apega al dibujo firmado por Juan Bautista Antonelli a su llegada al puerto en el año de 1590 tal y como se muestra en la imagen de arriba. Gracias.

Fuente bibliográfica:

Ciudad Real, Antonio de, “Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España”, en Cien viajeros en Veracruz. Crónicas y relatos, 1518-1697, investigación y compilación Martha Poblett Miranda, prólogo José Emilio Pacheco, Sonia Calderón, t I, Veracruz, México, Gobierno del Estado de Veracruz, 1992, páginas 81-130; citado en la investigación del Instituto ICAVE en San Juan de Ulúa, puerta de la historia, Vol. 1

jueves, 26 de marzo de 2015

MICTLANTECUHTLI



Por: Armando Bautista Reyes

En las mitologías mexica, mixteca y zapoteca es considerado como el dios del infierno o el señor de la muerte. Su nombre se deriva del vocablo náhuatl: “mictlan” [región de los muertos]; “tecuhtli” [el señor]; es decir: el señor de la región de los muertos. Regía el inframundo junto con su esposa “mictecacihuatl” [señora de los habitantes de la región de la muerte]. En su mundo oscuro, recibía las almas de todos aquellos que morían por causa de enfermedad sin importar la distinción de clase.

Según los mitos, era enemigo del dios “quetzalcóatl”; se dice que le permitía la entrada para que recogiera los huesos de los hombres muertos, asimismo para rellenarlos con su sangre e inmediatamente escapaba del infierno.

Los mexicas tenían caracterizado al infierno, lugar de oscuridad, tinieblas y representaban la imagen de este dios en forma de calavera. Para mayor prueba de ello. En los vestigios del templo mayor se encuentra un monumento. También en el puerto de Veracruz en las instalaciones del museo de la ciudad “Manuel Gutiérrez Zamora” se encuentra otro vestigio, una piedra redonda y se alcanza a distinguir el rostro de una calavera.
 




















Fuente bibliográfica

1) Historia general de las cosas de Nueva España; libro III; apéndice, capítulo 1 “de los que iban al infierno y de sus obsequias”; página 198; Editorial Porrúa “sepan cuantos”; décima primera edición; anotación y apéndices de Ángel María Garibay K. – Fray Bernardino de Sahagún.

2) San Juan de Ulúa puerta de la historia vol. 1; “Tecpan Tlayacac antes que Ulúa (Judith Hernández); página 66; ICAVE; primera edición 1997 – Daniel Goeritz, Judith Hernández, Pablo Montero, Virginia Murrieta Martínez.


Gracias al señor director del museo de la ciudad del puerto de Veracruz Ricardo Cañas Montalvo por tomar la foto de la piedra. 

domingo, 22 de marzo de 2015

FUNDACIÓN DE LA VILLA DE SANTA MARÍA DE LA VICTORIA



Por: Armando Bautista Reyes.

El 12 de marzo  de 1519, la tercera expedición dirigida por Hernando Cortés, llegó al río de Tabasco – éste río fue bautizado como Grijalva, por ser su descubridor Juan de Grijalva  - entrando en ella solo las embarcaciones más pequeñas para ir en busca de agua y comida. En un recorrido de obra de media legua, encontraron una pequeña población conocida como: Punta de Palmares. Para mayor asombro de los españoles, junto a la ribera del río, un buen ejército de indios impediría el desembarco. (1) Cortés, viendo que aquellos indios, estaban tan apercibidos para dar guerra, mandó a Jerónimo  de Aguilar para requerirles la paz. Los tratados de paz fueron inútiles. Por esta razón, Cortés determinó en tomar la población por medio de la fuerza, distribuyendo sus tropas al siguiente día del 13 del mismo mes.

Los indios al percatarse del avance de sus enemigos, ocuparon toda la ribera para defender su tierra a costa de sus vidas. Por el otro lado, los aventureros rogaban para que les dejasen tomar agua; cada quién defendía sus intereses. Esto ocasionó una sanguinaria lucha entre ambos bandos, saliendo victorioso las tropas de Cortés. Ese mismo día, se tomó “posesión de aquella tierra por su majestad y él en su real nombre, y fue de esta manera: que desenvainada su espada, dio tres cuchilladas en señal de posesión en un árbol grande que se dice Ceiba, que estaba en la plaza de aquel gran patio, y dijo que si había alguna persona que se lo contradijese, que él lo defendería con su espada y una rodela que tenía embarazada.” (1)

Conforme pasaban los días, los expedicionarios españoles iban azorando a otros pueblos, enfrentándose a millares de indios siendo ellos tan pocos. Pero la verdadera batalla apenas comenzaría con la unificación de todos los pueblos de aquella región con un solo propósito: expulsar a sus invasores. El capitán Cortés, enterado de la gravedad de la situación, manda apercibir a todos sus hombres, haciendo uso de toda la artillería militar que estaba a su disposición. Los caballos, fueron utilizados por primera vez.

Finalmente, la batalla decisiva, tendría como escenario en el pueblo de Cintla; los tabasqueños descargaron toda su furia e ímpetu con sus mejores armas, no permitirían que aquellos hombres de hierro se adueñasen de sus tierras; sin embargo la disciplina, la caballería y la artillería de fuego de los españoles, la cuales eran muy superior a la de sus oponentes, les daría el primer triunfo, tomando aquellas tierras en nombre del emperador Carlos V con fecha del 25 de marzo de 1519.

Asimismo, Cortés ordenó fundar una villa – siendo ésta la primera – con el nombre de Santa María de la Victoria, en honor a la virgen del mes de marzo, la cual se celebra el día 25; así mismo por la victoria que les dio.

Para hacer legítima esta fundación, se celebró una misa; se les habló del “mal que hacían en adorar ídolos y dioses que ellos tienen, y hízoseles entender cómo habían de venir en conocimiento de nuestra santa fe, y quedóles una cruz de madera grande puesta en alto, y quedaron muy contentos, y dijeron que la tendrían en mucha veneración  y la adorarían…”, (2) quedando habitada únicamente por indios.

Esta villa de la victoria se acabó enteramente hacia la mitad del siglo XVII por las incursiones de los ingleses. Sus habitantes fundaron en sitio más distante del mar, otra población con el nombre de Villa Hermosa…” (3).

Notas

1) En la edición que poseo en mis manos de la obra de Bernal Díaz nos dice que son 12 000; pero en su manuscrito original del archivo histórico de Guatemala, nos dice que son 28 000.

 Algunos historiadores afirman que este acto de Cortés, de clavar su espada en el árbol más sagrado de aquella tribu, sucedió en la batalla del 25 de marzo, día de la fundación; esto es falso; esto se puede desmentir siguiendo al testigo principal Bernal Díaz, pues afirma que sucedió en el día 13.

Fuente bibliográfica

1) Historia verdadera de la conquista de Nueva España; capítulo XXXI – XXXII – XXXIII – XXXIV; páginas 50 – 51 – 52 – 53 – 54 – 55 – 56; Editorial Porrúa “Sepan cuantos…”; décimo noveno edición; introducción y notas de Joaquín Ramírez Cabañas – Bernal Díaz del Castillo.

2) Historia Antigua de México; libro VIII; capítulo 4 “victoria de los españoles en Tabasco”; páginas 420 – 421; Editorial Porrúa “sepan cuantos…”; décimo segunda edición; prólogo de Mariano Cuevas – Francisco Javier Clavijero.


3) Cartas de Relación; primera carta de relación 10 de julio de 1519; página 20; Editorial Porrúa “sepan cuantos…”; vigésimo cuarta edición; nota preliminar de Manuel Alcalá de la Academia Mexicana de la LenguaHernán Cortés.

viernes, 13 de marzo de 2015

SACRIFICIOS EN EL TEMPLO MAYOR DE MÉXICO




Por: Armando Bautista Reyes.

En 1486 en el reinado del rey Ahuítzotl (1482 - 1502) octavo rey de México, se terminó de ampliar el gran templo mayor en un período de 4 años. Para su inauguración, se organizó una gran fiesta, invitando a los reyes aliados y la nobleza de otros pueblos. En este evento, se hizo el mayor número de concursos, con una duración de 4 días; así mismo, se hizo el mayor número de sacrificios en toda la historia del imperio mexicano, con una cifra exorbitante. Torquemada dice fueron 72 344 víctimas; otros afirman que son 64 060. La organización que se tuvo para acomodar a los inmolados fue, colocarlos en dos hileras, sobre las calzadas de Iztapalapa y Tlacopan; conformen llegaban al templo, eran sacrificados prestamente.

Fuente bibliográfica

Historia Antigua de México; libro IV; capítulo 23 “Dedicación del templo mayor de México”; páginas 170 – 170; Editorial Porrúa “sepan cuantos”; décima segunda edición; prólogo de Mariano Cuevas – Francisco Javier Clavijero.

viernes, 30 de enero de 2015

EL MAGUEY Y EL MITO DE SU ORIGEN.



Por: Armando Bautista Reyes

Las auténticas maravillas que se le atribuye al maguey, no tienen límite y fronteras; la mayor parte de los pueblos correspondientes de la región del anahuac, utilizaban sus recursos para proveerse, según los menesteres de cada región. Antes de acercarnos al mito de la creación de esta planta según el códice Borgia, se debe comprender que la palabra maguey, se deriva del vocablo náhuatl “metl” y está relacionado con una de las antiguas deidades del panteón azteca con el nombre de “mayáhuetl” (la diosa del pulcre). (1)

Algunos de los beneficios que se extraían para el usufructo del indígena, era “agua, vino, aceite, vinagre, miel arrope, hilo, aguja…” he aquí, el por qué la importancia de su cultivo hasta nuestros días y el por qué el jesuita fray José Acosta, lo denominaría como “el árbol de las maravillas”. (2)

El mito de su origen

“Los hombres poseían los granos que garantizaban su sustento, pero carecían de otros productos que les proporcionaran placer y gozo. Los dioses acordaron darles algo que los hiciera propensos al canto y al baile.

Quetzalcoatl decidió que una bebida intoxicante brindaría placer a sus vidas y recordó entonces a Mayahuel, "hermosa joven diosa del maguey", que vivía con su abuela, una Tzintzimitl, demonio celestial de la oscuridad.

En una ocasión, Quetzalcoatl la convenció para que bajase a la tierra, para amarse convertidos en las ramas de un árbol bifurcado. Pero cuando su abuela se despertó y no vio a Mayahuel, llamó a otras Tzintzimitlis para que bajasen a la tierra y ayudarle a buscar a su nieta.

Cuando se acercaban, el árbol se separó en dos, entonces la abuela, descubriendo a su nieta como una rama, la despedaza y deja los restos para que los devore otra Tzintzimitl. Sin embargo la rama en que se había convertido Quetzacoatl permaneció intacta.

Cuando se alejaron, Quetzacoatl tomó los restos de la joven virgen y los enterró. De ello brotó la planta del maguey, de la que se extrae el pulque, usado en las ceremonias como bebida ritual y ofrenda para los dioses.

Así, tras su muerte, Mayahuel se convirtió en diosa.” (3)

Fuente bibliográfica:

1) Historia general de las cosas de Nueva España; vocabulario “de las palabras y frases en lengua náhuatl que usa Sahagún en su obra”; página 907; Editorial Porrúa 2006 “sepan cuantos…”; décima primera edición; anotación y apéndice de Ángel María Garibay K. – Fray Bernardino de Sahagún.

2) Historia natural y moral de las indias; libro IV, capítulo XXIII “Del maguey, del tunal, de la grana, del añil y algodón”; páginas 382 – 383; Madrid 1894; reimpreso de la primera edición de Sevilla de 1590. – Fray José Acosta.


3) http://pueblosoriginarios.com/meso/valle/azteca/maguey.html

jueves, 22 de enero de 2015

MITOS Y SUPERSTICIONES DE LOS INDÍGENAS ACERCA DE LA MUJER PREÑADA



Por: Armando Bautista Reyes.

Existen en el mundo indígena tantos mitos y creencias, que muchas de ellas llegaron a convertirlas en una realidad, para establecer el control y el comportamiento de un pueblo, según la veneración de sus dioses.

Tal es el caso de la mujer, el cual, se le atribuye una infinidad de creencias desde tiempos remotos, para mantener el funcionamiento correcto del periodo de gestación. A continuación, mencionaremos algunas, que fueron traducidas del náhuatl, por el franciscano Sahagún.

  • Un antiguo mito decía, que si la mujer preñada, veía que ahorcaban a alguien, o bien, que lo aporreaban, el niño nacería con una soga de carne en la garganta.
  • Otro antiguo mito decía, que si la mujer preñada, miraba un eclipse solar o lunar, el niño nacería con pocos dientes. Pero si ésta insistía en observar, debía remediarse con una navajuela de piedra negra en el seno, hasta tocar la carne.
  • Otro antiguo mito decía, que si la mujer preñada, mascaba aquel betún que se llama “Tzictli” (goma masticable: es la goma del achras zapote [chicle]), lacería la enfermedad de los labios punzados.
  • También se decía, que si la mujer anduviese de noche, el niño sería muy llorón; pero si el padre salía por la noche y veía alguna estantigua (fantasma), su hijo tendría mal de corazón. La panacea para este infortunio, en el caso de la mujer, era colocarse unas chinas en el seno, o un poco de ceniza en el hogar, o unos pocos de ajenjos que llamaban “iztáuhyatl”; en el caso del hombre, se ponían en el seno chinas, para excusar el peligro del hijo que estaba en el vientre de la madre; y si esto no hacían, decían que la criatura nacería con ciertas enfermedades, por ejemplo: un tumor en la ingle.


Y ustedes, ¿cuál de estos mitos continúan creyendo? O ¿Conocen alguna otra superstición? Si es así ven y compártela con nosotros. Gracias.

domingo, 18 de enero de 2015

EL CULTO EN EL TEPEYAC

Por: Armando Bautista Reyes

Recomendación: este artículo puede lastimar tu fe, acerca de la creencia guadalupana, pero si insiste en leerlo, le recomendamos hacer uso de la lógica, y saque sus propias conclusiones.




El Tepeyac – “punta de los cerros” (1) – era un punto de reunión para rendir culto a la diosa “Tonantzin” – nuestra madre. Dicho lugar contaba con un templo para efectuar ceremonias solemnes en honor a su deidad. Durante estas fiestas se hacían sacrificios, ofrendas, concursos, pero más sorprendente era, que afluía muchísima gente del valle de México, entre ellos hombres, mujeres y niños, sin importar la distancia.


A la llegada de los españoles – después de la conquista de México – se edificó una iglesia con el nombre de la virgen de Guadalupe, con la finalidad de paliar las antiguas devociones indígenas y sustituirlas por la religión católica; haciéndoles creer que la palabra Tonantzin se componía de dos vocablos: To (Dios) y Nantzin (madre). (2) Por esta razón el indígena llamaba a la virgen de Guadalupe Tonantzin, bajo la creencia que era la madre del Salvador. Aún así, los mexicanos continuaron con los festejos de sus tradiciones y costumbres a excepción de la inmolación de personas. 

Conforme transcurría el siglo XVI se levantaron más iglesias en honor a la Virgen; pero nadie iba a visitarlas. El único templo que se visitaba, era el del Tepeyac. Esto levantó sospechas entre los religiosos, quienes muy presto comenzaron a cuestionarse, si realmente el indígena veneraba a la virgen de Guadalupe. Ejemplo de ello, nos da el Franciscano fray Bernardino de Sahagún:

“y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas,  y vienen de lejas tierras a esta Tonantzin, como antiguamente.”

El etnógrafo e historiador franciscano se muestra perspicaz ante la misteriosa devoción y descubre que el indígena, continúa concibiendo, que aquella imagen pintada es la antigua diosa Tonantzin, y no la Virgen María, la cual había sido impuesta por los españoles. Gracias.

Nota: Ningún cronista del siglo XVI, relata el acontecimiento de la aparición Guadalupana; es muy curioso saber, que el principal testigo fray Juan de Zumárraga, de todas sus obras, no hay nada escrito o evidencia alguna, acerca de lo acaecido. ¿Por qué se llevaría algo tan importante a la tumba? ¿Por qué no difundió este hecho milagroso, del cual, millones de mexicanos y de toda América, son devotos a ella? Saque usted sus propias conclusiones.

Fuente bibliográfica


Historia general de las cosas de Nueva España; libro XI, apéndice “adición sobre supersticiones”, página: 681 – 682; Editorial Porrúa 2006, décima primera edición; anotación y apéndice de Ángel María Garibay K. – Fray Bernardino de Sahagún.