viernes, 17 de octubre de 2014

JUEGO MACABRO

                                                                             Autor del cuento: Armando Bautista Reyes


Sólo pensaba desde el umbral de su ventana, cómo podría sacar adelante a su familia de la desgracia en que vivían. Esteban había intentado conseguir cualquier tipo de trabajo, pero no tuvo éxito. Ninguna empresa le daba la oportunidad de trabajar para poder avituallar a su familia. Y al no tener el recurso financiero para abastecer a sus hijos y a su esposa, los días y noches se hicieron más insoportables; las peleas entre él y su mujer cada vez eran más constantes.

- Esteban, los niños tienen hambre - dijo su esposa Sofia muy angustiada.

- ¡Qué chingaos quieres que haga si no tengo trabajo! - dijo refunfuñando éste-

- ¡Pues entonces ve y busca otro, no te conformes con uno, no tienes idea de cómo me emputa ver a mis hijos sin comer! - Sofía se echó las manos al rostro y no resistió las ganas de llorar.

Aquella noche ambos trataron de mantener la calma.

- Discúlpame no quise hacerte llorar - dijo Esteban tratando de consolad a su mujer – Ven,  vamos hacer un poco de oración.

Los dos se tomaron de las manos, y rezaron el padre nuestro; pero su esposa estaba tan desesperada por la terrible situación por la que estaban pasando, que ni ganas tenía de orar.

Al día siguiente, Esteban salió muy temprano, fue a casa de su mamá para desayunar y posteriormente fue a buscar trabajo. Así pasó toda la mañana, dejando solicitudes por donde sea, no importaba si fuese de barrendero, limpiar las calles, de albañil…, lo único que importaba eran sus hijos, Luis y Rosendo.

Al caer la tarde, Esteban decidió descansar, tomó asiento en la orilla de la banqueta, suspiró. <Ayúdame señor no me abandones> se dijo mentalmente.

Al poco rato un coche muy lujoso de la marca Nissan se detuvo frente a él. Él sólo observaba la escena. Después la ventanillas de aquel coche tipo claroscuro iban bajando. El conductor tenía unas gafas oscuras, piel blanca, mostraba una seriedad, no tenía cabello, volteó hacia a Esteban y le hizo señas que fuera hacia él. Éste se acercó.

-          Cómo te llamas – dijo el extraño conductor mostrando una imagen en su rostro como si estuviera preocupado por Esteban.
-          Esteban – dijo en tono de preocupación.
-          Mi querido Esteban me he enterado de tu situación por la cual estás pasando y he decidido ofrecerte un trabajo, para que lleves el pan de cada día a tu familia. – hizo una breve pausa y sonrió - ¿Aceptas?

Esteban no supo que decir, a aquél que le estaba ofreciendo un empleo. La última palabra la tenía él y respondió:

-          No gracias, la neta no te conozco amigo, ni tú a mí… con permiso.

Esteban dio media vuelta y empezó a caminar con paso firme acelerado, temió ser perseguido por el conductor. Éste lo alcanzó de nuevo e insistió en ofrecerle un trabajo y que sería de gran beneficio para  sus seres queridos.

-          Oye amigo – dijo el conductor desde el interior del coche – disculpa no quise asustarte, me enteré que andabas buscando trabajo en las oficinas donde yo laboro, y es así cómo te escuché, pero si tú no quieres, no te preocupes, es normal que no aceptaras, puesto que soy un extraño para ti – finalmente salió del coche con unos papeles – mira, sólo quiero mostrarte estos documentos, para que los leas y sepas en  qué consiste el trabajo que te ofrezco. Nosotros lo llamamos carrera contra el tiempo. Además puedes tomarlo como un deporte, si así lo prefieres, podrás conocer altas personalidades de élite; es más sólo te digo que en estos eventos participa el exgobernador de Vera Cruz Fidel Herrera Beltrán. No te imaginas cuanto obtendrás mensualmente por cada carrera; sólo piensa en tus hijos por un instante, ¿no es esa tu preocupación?, ¿el no tener qué darles de comer? – El conductor le puso la mano en el hombro – anímate Esteban, no te rindas mi hermano, esta es tu oportunidad, tú sabes si lo tomas o lo dejas, la elección está en ti. Aquí te dejo estos papeles, ahí está mi número de celular. Si te animas, ahí me llamas. Chao.

El conductor abrió la puerta de su coche y Esteban sólo quedó pensativo, en la oferta que le había proporcionado. No sabía qué decidir. Se sentía un poco convencido. Trajo en mente a sus hijos, su esposa, sus deudas, y todos los conflictos que giraban en derredor de él.

-          Espera – dijo  Esteban – acepto el trabajo en dónde me presento.
-          Muchas felicidades. Qué bueno que aceptas el reto. Aquí está la dirección. De hecho éste es nuestro punto de reunión dónde hacemos las presentaciones de todos los competidores y luego partimos hacia el campo de concentración, donde disfrutamos de un bello amanecer. Te espero al rato a las once de la noche. Procura llevar tenis por que lo necesitarás. ¿Tienes ropa deportiva?
-          Si tengo.
-          Perfecto – el conductor chocó las manos en señal de alegría – entonces no se diga más, nos vemos al rato Esteban. Qué tengas un buen día.
-          Gracias igualmente – respondió éste.

Ambos se dieron un fuerte abrazo y cada quien se fue por su lado.

Cuando Esteban llegó a su hogar, de inmediato le platicó lo sucedido a su esposa Sofía. Ella no estuvo muy convencida del todo. Al final, Esteban tomó la decisión de que lo haría por los niños.

Llegado las once de la noche Esteban se presentó en el casino “Caliente”. Cuando quiso entrar, un guardia lo detuvo.

-          Lo siento esta noche no está abierto al público, son sólo reservaciones – dijo el guardia
-          Mira fui citado por el señor Mauro López, él fue quien me dijo que viniera para una presentación -  contestó Esteban.
-          Si me permite, iré a informarle.

El guardia informó al señor Mauro López y éste salió a recibirle.

-          Qué paso mi Esteban, por un momento pensé que no vendrías – dijo el señor Mauro dándole un fuerte abrazo – Que  valiente eres. Me gusta que la gente sea optimista como tú.
-          Gracias señor Mauro, pues aquí no mas… éste idiota no me dejaba entrar.
-          Va, no hagas caso, olvídate de ello. Ven, pasa que voy a presentarte.

Cuanta razón tenía aquél extraño conductor, todo lo que dijo era verdad. Mucha gente importantísima estaba presente. Entre ellos el exgorbernador de Vera Cruz Fidel Herrera Beltrán. Esteban tuvo el honor de conocerlo en persona y conversar con él. Así mismo conoció a grandes empresarios que estaban dispuestos a ofrecerle trabajo pasando aquella noche. Esteban, quedó impresionado al ver tanta gallardía y bizarría a su derredor, tanto que las propuestas laborales le cayeron como lluvia. Pronto, el señor Mauro López tomó la palabra y Esteban permaneció a su lado. Lo presentó como un corredor difícil de atrapar; como el más veloz que había conocido en toda su vida. Todos quedaron admirados y maravillados por las habilidades de Esteban. Muchos aplausos se oían a en torno a él. Quince minutos después, todos abandonaron el lugar, y tomaron sus coches para ir al campo de concentración. Eran cerca de cien invitados.

Una vez que afluyeron al lugar, se hicieron preparativos para comenzar la carrera. Todos bebían a excepción de Esteban.

-          Oiga Señor Mauro, ¿aquí es la carrera? – Preguntó Esteban muy curioso, al estar rodeado de muchos árboles.
-          Así es Esteban. Ven acércate, te explico. Como veras, tu trabajo consistirá en cruzar corriendo todo este montón de árboles. Si logras llegar hasta la orilla de la playa, serás acreedor de un millón de pesos. Todo esto deberás hacerlo corriendo. Sólo tienes permitido descansar cinco minutos. Si sobrepasas los minutos que te ofrezco, estás perdido y por consecuencia se acaba el juego. Y desde luego, no podrás llevarle el pan de cada día a tu familia. ¿Estamos de acuerdo?
-          Si señor – replicó Esteban confundido.
-          Así que, a la cuenta de tres comienza a correr.

Todos los presentes contaron <una, dos, tres>. Esteban emprendió su carrera con ganas infiltrándose entre los árboles. <Qué estupidez, no tengo ni la más mínima idea, de por qué estoy corriendo> se dijo así mismo. Llevaba quince minutos Esteban sin parar. Sintió cansancio. Y se sentó junto a unas piedras. Todo estaba oscuro.

-          Es el juego más estúpido, no tengo ni la más mínima idea el porqué estoy corriendo. Pinche vato pendejo, a mi se me hace que está jugando conmigo – refunfuñó Esteban.

En cuanto a la gente rica que había asistido al evento, todos a excepción de mujeres, sacaron escopetas y rifles dentro de sus coches. También llevaban consigo unos perros de raza pastor alemán. La cacería estaba a punto de comenzar. Todos jugarían con la vida de Esteban. La sangre de un inocente que por buscar un trabajo digno, encontró la muerte. De pronto, el señor Mauro López habló en voz alta:

-          Muy bien, acérquense todos – se frotaba las manos sonriendo – espero que tengan preparado sus escopetas, por que este juego va a dar inicio. Quién logre derribar a nuestro espléndido corredor, será merecedor de 5 millones. Pueden ocupar cualquier tipo de arma, porque les aseguro que nuestro amigo Esteban, no será fácil de atrapar- hizo una breve pausa,  se rascó la barbilla y viró hacia la dirección de aquel monte lleno de árboles por donde corrió su víctima. Alzó las manos y con un aplauso dijo – qué comience la función.

Todos partieron a buscar a su víctima, 50 personas andaban en su búsqueda; los perros olfateaban la tierra, tratando de encontrar algún rastro de él. Para que fuera más rápido localizarlo, todos se esparcieron. Qué manera de engañar a un inocente, ofreciéndole la fortuna a cambio de ser participe de un juego macabro. E inmediatamente se escuchó un fuerte grito: ¡allá está, que no escape!

Cinco personas corrieron en dirección hacia a él y enseguida se oyeron los disparos. Esteban estuvo a punto de darle un infarto y huyó despavoridamente. Las otras personas al oír los disparos, enseguida afluyeron al lugar para atrapar a su víctima. Luego soltaron a los perros. Nuevamente lo perdieron de vista. La tremenda oscuridad no les permitía visualizar bien a su corredor.

Pobre de Esteban, quedó arrepentido de haber aceptado aquél trato misterioso de aquella mañana.

-          Hijo de su pinche madre, me engaño éste cabrón – refunfuño Esteban al ver en el lío en que involucró.

Ahora sólo le quedaba rezar para salir con vida. Con lágrimas en los ojos maldijo el momento en el que conoció a Mauro López. La vida sólo le permitió un minuto más para pensar en sus dos hermosos hijos y en su adorable esposa. Sin embargo uno de los perros le interrumpió esa triste despedida mordiéndole el brazo.

-          ¡Ay Dios mío mi brazo! – Gritó muy fuerte y por desgracia fue escuchado por los francos tiradores.

Esteban al no poder soltarse del perro comenzó a golpearlo, pero el animal seguía clavando los dientes en su brazo, parecía como si se lo quisiera amputar. Éste al sentir más dolor, no tuvo otra opción que agarrar un palo de muy buen grosor y le aporreó la cabeza, hasta que se la reventó. Sólo así se libró del animal.

Al intentar correr otra vez, dos disparos lo detuvieron, provocando que se arrojara al suelo. Se arrastró sigilosamente a un enorme árbol y allí se ocultó. Esperó a que poco a poco se acercara uno de los tiradores. Al parecer ya no le importaba nada. Tenía que buscar la forma de salir de ahí; no importaba a quién tenía que arrancarle la vida. Su miedo, había despertado su valentía para hacer frente, a las circunstancias por las que estaba pasando. Los latidos de su corazón eran muy acelerados. Cuando lo tuvo cerca de él, lo atacó por la espalda con fuertes garrotazos; lo machacó sádica y violentamente; y le arrebató el último aliento de vida. Después de esto, tomó el arma de aquél individuo, aunque no sabía cómo usarla; tampoco sabía para donde correr. Intentó guiarse con las estrellas; pero fue inútil. ¿Qué otra desgracia le acontecería? ¿A quién más tendría que agarrotar? ¿Cuánto tiempo le restaba de vida? Por cada minuto que pasaba, Esteban iba perdiendo la cordura. Y en un par de segundos, terribles balazos perforaron los árboles dónde se encontraba él. Éste respondió también con fuego. Pero la mano le temblaba al estar sosteniendo el arma; hasta que se cobró la vida de cuatro poderosos empresarios. Finalmente llegó hasta la costa. No podía más. Se encontraba exhausto. Su arma ya no tenía balas. Cansado y fatigado se dejó caer en el suelo. Después de unos breves minutos, un hombre calvo de traje oscuro y una magnífica gabardina se encontraba a un costado de él. Se trataba del señor Mauro López.

-          Parece que el juego terminó mi querido Esteban – dijo el señor Mauro.

Esteban comenzó a llorar, sabía que eran sus últimos minutos de vida. Mauro le pisoteó la herida del brazo izquierdo.

-          Por qué me engañó – dijo Esteban
-          Lo siento amigo pero tú te dejaste engañar, no fui yo. Debo confesar que eres un ignorante de primera clase y que elegiste lo más fácil en vez de esforzarte en tener un trabajo digno. También he escuchado que tampoco te gustó estudiar; así que te conformaste con lo que tenías. Pero el tiempo te hizo ver tu error. Y encima de todo esto culpas al rico de tu desgracia, cuando en realidad el culpable eres tú. Además, nadie está destinado a ser pobre; recuerda que en este mundo somos lo que elegimos ser. Y tú elegiste la pobreza – mientras seguía hablando sacó un arma en el interior de su gabardina, le colocó tres balas y apuntó hacia Esteban – sólo tengo dos noticias para ti, una buena y una mala. La buena, es que ganaste la carrera, debo admitir que tienes agallas y tu valentía te ayudó a sobrevivir. Así que cumpliré mi parte del trato en el acuerdo que quedamos. Mañana mismo tu esposa recibirá un millón de pesos. Puedes estar seguro de eso. A diferencia de los políticos, yo si tengo palabra.
-          ¿Y la mala? – preguntó Esteban.
-          Qué ya te cargó el payaso

Tres disparos recibió en el pecho Esteban; y así como él muchos más han sido víctimas y participes de juegos macabros, que solo atemorizan a la población e infunden el pánico en diferentes lugares. El cuerpo de Esteban fue descuartizado y arrojado en un lugar lejos de Vera Cruz. Sofía recibió en un sobre un millón de pesos en la puerta de su casa al amanecer. Y nunca más volvió a saber de su esposo. ¡Ay de aquél que se atreva a difundir esta historia, porque la muerte lo perseguirá en el final de sus días!

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