miércoles, 24 de septiembre de 2014

CHALCHIUTLICUE

(LA DIOSA DE LOS MARES Y LAGOS)

Por: Armando Bautista Reyes.
                                          
                               
                                          Nota: los números indican según la referencia que corresponda



Es una de las deidades más sublimes para aquellos indígenas que tenían sus tratos con el agua. Una de sus peculiaridades era la capacidad de crear fuentes vientos, huracanes, tornados…; también suele considerarse como la madre que amamanta o la madre que nutre a sus hijos.


Es considerada como la diosa de los mares y de los lagos, cuyo nombre se deriva del vocablo náhuatl “Chalcihuitlicue” (1) que significa la de la falda de jade. Su parentesco está familiarizado con los dioses “Tlaloques (dioses de la lluvia) y fue creada por ellos mismos.  En la región de Tlaxcala se le relacionaba con el nombre de Matlalcueitl. Otros patronazgos que se le atribuyen, es que era considerada como la protectora de los navegantes (1); asimismo también como la madre que nutre o de los mantenimientos.


Diosa de los mares y lagos

Los indígenas honraban a esta diosa por que tenía poderes para controlar el agua de los mares, de los lagos y de los ríos; también se le rendía culto por que tenía la capacidad de crear tormentas y torbellinos; otro poder que se le caracterizaba era la de anegar a los navíos; por otro lado, también se le adjudicaba, la de proteger a los navegantes o en caso contrario ahogarlos cuando deambulaban en sus territorios.

También era la patrona del mar de “Hueyatl” (2), es decir, mar báltico (mar interior), lo cual corresponde al golfo de México. Esto explica, el por qué los aztecas denominaban toda la costa del Golfo, “principalmente a la región de Vera Cruz, con el nombre de Chalchicueyécatl” o Chalchihuecan. (2)

Protectora de los navegantes

Chalchiutlicue protegía a todos los navegantes, tal y como se redactó en el escrito de arriba, además era la diosa de todos aquellos que tenían “sus granjerías en el agua, como son los que vendían agua en canoa, y… agua en tinajas en la plaza”. (3)

La madre que nutre o de los mantenimientos

Se debe entender que Chalchiutlicue no solo era venerada por los nativos que tenían relación con el agua, si no que también los grandes señores o tlatoanis hacían ceremonias para rendirle culto como la diosa de los mantenimientos, junto con la diosa “Chicomecoátl” e “Uixtocíhuatl” (diosa de la sal).  (3)

Se concebía la idea, “que estas tres diosas mantenían a la gente popular, para que pudiese vivir y multiplicar”. (3)

La fiesta de “etzalcualiztli” en honor a Chalchiutlicue

La fiesta que se dice “etzalcualiztli” (comida etzalli [comida hecho con granos de maíz mezclado con granos de frijol]), (3) era dedicado a las deidades que tenían parentesco con los dioses Tlaloques. Esto incluye a Chalchiutlicue. Y aunque fray Bernardino de Sahagún no la menciona en su segundo libro del capítulo VII en el tema de las ceremonias, si hace mención de ella en el primer libro del capítulo XI. En su escrito dice:

“Hacían fiesta a esta diosa en la fiesta que se llama etzalcualiztli, que se pone en el segundo libro capítulo VII. Allí está a la larga las ceremonias y sacrificios con que la festejaban, allí se podrá ver.

Texto de la obra de Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, libro I, capítulo XI, página 33. Décima primera edición 2006, con crítica de Ángel María Garibay Editorial Porrúa

Días antes de esta fiesta, tomaban a una mujer y la vestían a imagen de esta diosa, con ricos ornamentos, para que todas las mujeres ya sean adultas o jóvenes, danzaran o bailaran a su alrededor; mientras que los más ancianos del pueblo regían los cantos. Estas nativas iban asidas de unas cuerdas que llaman “Xochimécatl” en forma circular. En medio de ellas se encontraba la mujer que habían tomado para representar a esta diosa.

Llegada la fiesta principal que se llama etzalcualiztli, las mujeres que danzaban, velaban con aquella que representaba a Chalchiutlicue. Una vez que amanecía se juntaban todos los sátrapas (adivinos) para hacer un rito solemne; todos los que estaban presentes llevaban en la mano, flores de “cempoalxóchitl” (cempasúchil [veinte flores]). Durante este rito religioso, llevaban a unos cautivos y a la mujer que tenían por diosa, al cu de Tláloc para ser inmolados. Primero mataban a los cautivos y después a ella

Con toda esta documentación, me atrevo a plantear la teoría, que la mujer que tomaban estos nativos para representar a su diosa, podría tratarse de alguien del mismo pueblo; bien pudiera ser mediante una elección por los reyes y señores adivinos, tomando en cuenta la castidad de la nativa. Usted ¿desearía ser inmolada en honor a su dios? La verdad… es de pensarlo. Gracias

Fuente bibliográfica.


1) Las diosas en los códices del grupo Borgia. Arte e historia de México – María de los Ángeles Ojeda Diaz, Cecilia Rossel. www.arts-history.mx

2) San Juan de Ulúa puerta de la historia. Vol. I Instituto ICAVE. Primera edición 1997. Página: 70 y 71 – Daniel Goeritz Rodríguez, Judith Hernández Aranda, Pablo Montero y Virginia Murrieta Martínez.


3) Historia general de las cosas de Nueva España, libro I, capítulo XI, página 33. Libro II capítulo VII, página 80 y 81. Décima primera edición 2006, con crítica de Ángel María Garibay Editorial Porrúa (sepan cuantos) – Fray Bernardino de Sahagún 

jueves, 11 de septiembre de 2014

LAS SUPERSTICIONES DEL METATE

Por: Armando Bautista Reyes



El metate, es un instrumento básico de la cocina prehispánica del continente americano – especialmente en México – que sirve para moler maíz, cacao, chile… Su nombre se deriva del vocablo náhuatl “métlatl”, que quiere decir piedra con tres patas.

Según la creencia de los indígenas, decían, que aquél que lamiese la piedra donde molían los alimentos, inmediatamente se le caerían los dientes. Este acto era muy común en los niños. Por eso los papás y mamás, tenían estrictamente prohibidos a sus hijos que no lamiesen los metates.

Otra abusión que se decía del metate, es que cuando se quebraba, era señal de que alguien de la casa habría de morir o bien, la persona que estaba moliendo.

Así que, si hay alguien que continúa moliendo unos ricos chiles en éste instrumento de cocina, mas le vale que mejor lo tenga de adorno, antes de que ocurra algún infortunio. Buen día. Gracias.

Fuente Bibliográfica


Historia general de las cosas de Nueva España. Libro V; Apéndice XV, Pag. 273; XXXIV, pag, 275. Editorial Porrúa “sepan cuantos” Décima primera edición 2006 – Fray Bernardino de Sahagún

lunes, 8 de septiembre de 2014

FUNDACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN LA NUEVA ESPAÑA

Por: Armando Bautista Reyes
                                               
                                                Nota: los números indican según la referencia que corresponda



Al tercio del siglo XVI en la Nueva España, la población aumentaba cada vez más. Cada día más familias españolas venían a residir en el nuevo mundo; el comercio, se había convertido en la actividad principal del virreinato para el enriquecimiento de la sociedad hacia 1571; la tarea de la evangelización por parte de los franciscanos, agustinos y dominicos, se había encargado de atraer la completa obediencia de los indios; sin embargo, surgieron otros pormenores al paso del tiempo conforme la población extendía sus fronteras, entre ellos: la falta de maestros y escuelas. (1) (3)

Estas necesidades fueron motivo para que la Real Audiencia de México, con ayuda de la intercesión del virrey don Martín Enríquez de Almanza (cargo que ocupó en 1568 – 1580), solicitara al Rey de España Felipe II, la fundación de los hermanos de la Orden de la Compañía de Jesús. (2)

Antecedentes

Si bien se ha dicho, que la órdenes religiosas de San Francisco, San Agustín y la de Santo Domingo, tenían como objetivo principal aumentar la fe. En especial la de los indígenas. También es cierto que muchos frailes o personas distinguidas que sabían leer o escribir, tomaban el papel de catedrático bajo el permiso del virrey; pero eran insuficientes debido al aumento de la población. Por eso en 1571 se lleva a cabo una junta en la ciudad de México entre regidores y el virrey don Martín, en donde se determina enviar una carta al Rey Felipe II. En esta carta solicitaban la presencia de los hermanos jesuitas, ya que éstos cubrían los requerimientos y las necesidades que exigían las familias de la Nueva España. El franciscano fray Francisco de Florencia recupera esta carta en su obra “historia de los jesuitas de la Nueva España afirmando que esta escrita por el virrey, la Real Audiencia, y el inquisidor don Pedro de Moya.


“Las noticias por relaciones ciertas de España, que tenemos en los gloriosos empleos en bien y provecho de las repúblicas, que la Santa Compañía de Jesús tiene y en que se exercita en todo los reynos de la christiandad, y de las innumerables almas de gentes, que en la India, Japón, y Brasil han convertido los de ella, en los pocos años, que a, que los embió Dios al mundo; nos han puesto en obligación de conciencia, y fidelidad; de representar al catholico zelo de V. M. quanto fruto podrán hazer en estos reynos tan numerosos de christianos, y de Gentiles, operarios tales… Aviendolo pues pensado, y conferido, nos a parecido decir, y representar a V. Majestad, que los fervorosos operarios de la sagrada compañía cumpliendo con las obligaciones de su apostólico instituto, serán de mucha utilidad en las ciudades recién fundadas, en particular en esta gran Ciudad de México, cabeza de todo el reyno, que necesita de maestros de leer, y escribir; de latinidad, y demás ciencias, quales sabe muy bien V. Magestad son los de ella en Europa. Y en la cultura de los naturales, y reduccio de las naciones Gentiles importantísimos…”  

Carta de la Ciudad de México al Rey, anexada en la obra de Historia de los jesuitas en la Nueva España de Fray Francisco de Florencia. Libro II capítulo II, página 71 primera edición 1694.


Una vez que el Rey estuvo al tanto de la situación de la Nueva España, ordenó a su secretario personal Antonio de Eraso, para que escribiese al padre Manuel López Provincial de Castilla, qué tan importante era el ministerio mencionado anteriormente para las tierras recién fundadas; cuya cabeza principal de todo el reino era la ciudad de México.


“… os rogamos a vos y a los otros provinciales de la dicha orden, que en estos reynos residen, señálaseles, y nómbraseles algunos religiosos de ella, para que fuesen algunas partes de las nuestras Indias, a entender en la instrucción y conversión de los naturales de ellas; y porque los que de ellos habéis nombrado, han sido para pasar a las nuestra provincias del Perú, y la Florida, y otras partes de las dichas Indias, donde ordenamos, y mandamos residiesen, y se ocupasen en la instrucción y doctrina de los dichos naturales. Y tenemos deseo de que también bayan a la Nueva España, y se ocupen en lo susodicho algunos de los religiosos, y que allí se plante, y funde la dicha Orden… (1)

Carta del Rey Felipe II, escrita por el representante del Rey Antonio Eraso. 7 de marzo de 1571


Sin embargo quien responde al Rey, es el padre Diego López, contestó que este asunto correspondía al padre general de la dicha orden en Roma. Es importante tomar en cuenta, que aquí intervino el santo padre Francisco de Borja, tercero General de la Orden de la compañía en España, quién escribe en su carta del 15 de Julio de 1571, que la persona indicada para llevar a cabo esta misión es el padre Pedro Sánchez, rector del Colegio de Alcalá en España; asimismo, hace petición de once frailes más. (1) Ellos son:

  •  El padre Pedro Sánchez, rector de Alcalá por provincial
  • El padre Eraso
  • El hermano Alonso Camargo en Plasencia
  • Martín González, portero de Alcalá  
  • Lope Navarro, residente en Toledo
  • El padre Fonseca,
  • El padre Hernando Suárez de la Concha
  • El padre Andrés López
  • el hermano Bartolomé Larios
  • Los hermanos Esteban Valenciano
  •  Martín Mantilla
  • Un novicio Teólogo (se desconoce el nombre)

Biblioteca virtual Miguel Cervantes. Historia de la compañía de Jesús en Nueva España. Tomo I.

Éstos fueron los primeros convocados para partir a Sevilla, lugar donde le esperaban otros hermanos y hacerse a la vela en el puerto de San Lúcar el 10 de agosto. Sin embargo, dicho viaje no pudo llevarse a cabo, debido a las circunstancias que fueron presentándose (entre ellos despedidas y visitas).

Nuevos cambios en los integrantes

La detención de los misioneros jesuitas en Sevilla tuvo consecuencias, cuatro de ellos, fueron sustituidos por cinco padres provenientes de las provincias de Andalucía, Toledo y Castilla, quedando así la lista oficial de los convocados a la Nueva España:

  • El padre doctor Pedro Sánchez  de, Toledo. (Líder de la misión)
  • El padre Diego López de la provincia de Andalucía.
  • El padre Pedro Díaz de la provincia de Toledo.
  • El padre Hernando Suárez de la Concha de la provincia de Castilla la vieja.
  • El padre Francisco Bazan de la provincia de Castilla.
  • El padre Pedro López de la Parra de la provincia de Castilla.
  • El padre Diego López de Mesa de la provincia de Castilla.
  • El padre Alonso Camargo de la provincia de Toledo.
  • El hermano Juan Curiel de la provincia de Toledo.
  • El hermano Pedro Mercado de la provincia de Andalucía
  • El hermano Juan Sánchez de la provincia de Toledo.
  • El hermano Bartolomé Larios de la provincia de Castilla.
  • El hermano Martín de Motilla de la provincia de Aragón.
  • El hermano Martín González de la provincia de Toledo.
  • El hermano López Navarro de la provincia de Toledo.

 “Mientras se proporcionaba el nuevo embarque, el padre pedro Sánchez repartió a sus compañeros en las ciudades vecinas; Rota, Medina, Sidonia, Cádiz, San Lúcar, y Jerez de la Frontera, sintieron muy luego la fuerza de sus palabras y ejemplos. Veíanlos en los hospitales y en las cárceles servir humildemente a los presos y enfermos: predicar al rudo pueblo en las plazas: explicar la doctrina a los niños en las escuelas, y cantarla con ellos por las calles.”(2)


Inicia la travesía en el mar, hasta llegar a Nueva España

Después de un breve tiempo de predicar, visitar enfermos y enseñar en las escuelas en las costas de la provincia de Andalucía, los 15 jesuitas, inician su navegación con dos naves el 13 de Junio de 1572, día de la fiesta de San Antonio. Sólo una de ellas parte hasta al día siguiente. La primera embarcación llegó a las islas Canarias el 21 de ese mismo mes; ahí esperaron tres días para que la segunda nave se incorporara. Pero sin recibir noticias de ellos, vuelven a embarcarse nuevamente hasta llegar al puerto de Ocoa de la isla Española el 1 de agosto. Aquí volvió a incorporarse la nave que venía retrasada y se toma la decisión de descansar algunos días, Vueltos a embarcar por tercera vez todos juntos, llegan a su destino  al puerto de San Juan de Ulúa, con fecha del 9 de septiembre de 1572, un día glorioso y bendito, después de haber navegado 89 días entre tanta turbulencia. (2)


Posteriormente después de haber tomado un descanso en el hospital de San Juan de Ulúa, mismo que mandó edificar el virrey don Martín de Enríquez, se trasladaron a la vieja Veracruz para reposar nueve días. Pero el 18 de septiembre retoman su camino hacia la ciudad de México, no sin antes pasar a la ciudad de Puebla, donde tuvieron buena acogida. (2)

Entrada en la ciudad de México y fundación de la Compañía

Finalmente entran en México por el rumbo de Ayotzinco el 25 de septiembre a las nueve de la noche. Allí se alojaron en un hospital que había sido edificado por Hernán  Cortés. Francisco Javier Alegre menciona algunas características de éste lugar con piezas desacomodadas,…sin puertas ni ventanas, ni más colchón que unas esteras de palma, que allí llaman petates, pasaron con grande incomodidad y mucho júbilo de espíritu aquella primera noche.” (2)

Estos detalles dan indicios de que se trata de un hospital en abandono.

Al día siguiente los 15 jesuitas se presentaron con el virrey don Martín, quien quedó maravillado por la gentileza y humildad con que éstos ejercían su vocación, y les dijo: “bien se muestra que son hijos de su santo padre y fundador Ignacio de Loyola.” (2)

Asimismo, presentaron la Real Cédula ante el representante del rey. Dicho contenido decía:

«Sabréis (decía) mi virrey, gobernador y capitán general de la Nueva-España, como nos tenemos gran devoción a la Compañía de Jesús, y a esta causa por la grande estima que de la vida ejemplar y santas costumbres de sus religiosos tenemos, hemos determinado enviar algunos varones escogidos de ella a esas nuestras Indias Occidentales, porque esperamos que su doctrina y ejemplo haya de ser de gran fruto para nuestros súbditos y vasallos, y que hayan de ayudar grandemente a la instrucción y conversión de los indios. Por lo cual, de presente os enviamos al padre doctor Pedro Sánchez, provincial, y a otros doce compañeros suyos de la dicha Compañía que van a echar los primeros fundamentos de su religión a esos nuestros reinos. Siendo, pues, nuestra resolución ayudarlos en todo, vos mando, que habiendo de ser esta obra para servicio de Dios y exaltación de su santa fe católica, luego que los dichos religiosos llegaren a esa tierra los recibáis bien, y con amor, y les deis y hagáis dar todo el favor y ayuda que viéredes convenir para la fundación de dicha religión, porque mediante lo dicho hagan el fruto que esperamos. Y para que mejor lo sepan hacer, vos les advertiréis de lo que os pareciere como persona que entiende las cosas de aquesa tierra, señalándoles sitios y puestos donde puedan hacer casa e iglesia a propósito». (2)

Con este encuentro de los jesuitas y el virrey, queda fundada la Orden de la Compañía después de una larga travesía y muchos impedimentos que fueron suscitándose en el camino. Con el paso del tiempo, la enseñanza de estos misioneros dio fruto en la educación que tanto hacía falta en el virreinato y que será de gran abundancia conocer los inicios de la Educación en México.



Fuente bibliográfica

  1. Historia de los jesuitas en la Nueva España; libro II; cap. II; pag. 69, 70, 71, 72, 73, 74; cap. IV, pag. 77, 78, 79. Primera edición 1694 – Fray Francisco de Florencia

2.       Historia de la Compañía de Jesús en Nueva-España. Presentación de Carlos María de Bustamante (ed. Lit.). Tomo I, pag. 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56,57. Editado en 1847 – El padre Francisco Javier Alegre.


3.       San Juan de Ulúa. Puerta de la Historia Vol. I. Instituto ICAVE. Capítulo Ulúa y las misiones religiosas. Pag. 191, 194. Primera edición 1996. – Pablo Montero, Daniel Goeritz Rodríguez, Judith Hernández Aranda, Virginia Murrieta Martínez